Poema Mi abuela; que no era tuerta; me decía de Oliverio Girondo

Mi abuela; que no era tuerta; me decía

de Oliverio Girondo


Mi abuela que no era tuerta me decía:
«Las mujeres cuestan demasiado trabajo o no valen la pena.¡Puebla tu sueño con las que te gusten y serántuyas mientras descansas!
»No te limpies los dientes, por lo menos, con los sexos usados. Rehuye,dentro de lo posible, las enfermedades venéreas, pero si algunavez necesitas optar entre un premio a la virtud y la sífilis, notrepides un solo instante: ¡El mercurio es mucho menos pesado quela abstinencia!
»Cuando unas nalgas te sonrían, no se lo confíes ni a losgatos. Recuerda que nunca encontrarás un sitio mejor donde meterla lengua que tu propio bolsillo, y que vale más un sexo en lamano que cien volando».
Pero a mi abuela le gustaba contradecirse, y después de pedirmeque le buscase los anteojos que tenía sobre la frente, agregabacon voz de daguerrotipo:
«La vida te lo digo por experiencia es un largo embrutecimiento. Yaves en el estado y en el estilo en que se encuentra tu pobre abuela.¡Si no fuese por la esperanza de ver un poco mejor despuésde muerta!...
»La costumbre nos teje, diariamente, una telaraña en laspupilas. Poco a poco nos aprisiona la sintaxis, el diccionario, yaunque los mosquitos vuelen tocando la corneta, carecemos del coraje dellamarlos arcángeles. Cuando una tía nos lleva de visita,saludamos a todo el mundo, pero tenemos vergüenza de estrecharlela mano al señor gato, y más tarde, al sentir deseos deviajar, tomamos un boleto en una agencia de vapores, en vez demetamorfosear una silla en transatlántico.
»Por eso aunque me creas completamente chocha nunca me cansaréde repetirte que no debes renunciar ni a tu derecho de renunciar. Eldolor de muelas, las estadísticas municipales, lautilización del aserrín, de la viruta y otrosdesperdicios, pueden proporcionarnos una satisfaccióninsospechada. Abre los brazos y no te niegues al clarinete, ni a lasfaltas de ortografía. Confecciónate una nueva virginidadcada cinco minutos y escucha estos consejos como si te los diera unamoldura, pues aunque la experiencia sea una enfermedad que ofrece tanpoco peligro de contagio, no debes exponerte a que te influencie ni tansiquiera tu propia sombra.
»¡La imitación ha prostituido hasta a los alfileres decorbata!»


Analizar métrica y rima de Mi abuela; que no era tuerta; me decía