Poema Las tres musas últimas castellanas 98 de Francisco de Quevedo y Villegas

Las tres musas últimas castellanas 98

de Francisco de Quevedo y Villegas



Mujer llama a su madre cuando expira,
porque el nombre de madre regalado
no la añada un puñal, viendo clavado
a su Hijo, y de Dios, por quien suspira.

Crucificado en sus tormentos, mira
su Primo, a quien llamó siempre «el Amado»,
y el nombre de su Madre, que ha guardado,
se le dice con voz que el Cielo admira.

Eva, siendo mujer que no había sido
madre, su muerte ocasionó en pecado,
y en el árbol al leño a que está asido.

Y porque la mujer ha restaurado
lo que sólo mujer había perdido,
mujer la llama, y Madre la ha prestado.



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