Poema De la vieja Italia de José Antonio Ramos Sucre

De la vieja Italia

de José Antonio Ramos Sucre

    El caballero Leonardo nutre en la soledad el malhumor que ejercita en riñas e injurias. No lo consuela supalacio y, lejos de gozarlo, se aplica a convertirlo en cavernahorrenda y sinuosa, en castillo erizado de trampas. Allíinterrumpe el silencio con el aullido de cautivas fieras atormentadas.Recorre la ciudad desgarrando el velo medroso de la media noche con losgolpes y las voces de secuaces blasfemos.
    Antes de amanecer, con miedo de la luz, se recoge adescansar de la peregrinación desnatural. Huye de mirar labelleza en la alegre diversidad de los colores repartidos en edificiosy jardines, y solaza los ojos en la oscuridad confusa y en la sombrallana.
    Encuentra en lecturas copiosas el consejo que inducea la maldad y el sofisma que la disculpa. Entretiene, por el recuerdode encendidas afrentas, el odio hético y febril. Desvela a susmalquerientes con la amenaza de infalibles sicarios, con la intrigaperseverante y deleznable, con la interpresa en que ocupa gentes dehorca y de traílla.
    Sigue sin esfuerzo la austeridad que endurece elalma de los malos. Niega extraterrenos castigos y venturas con amarga eimprecante soberbia. Desafía el sino de la muerte sangrienta quedespuebla su alcázar. Espera de su erizado huerto el prometidotalismán de alguna flor de rojo centro en cáliz negro.Viste entretanto de luto el caballero siniestro y medita bajo el torvoantifaz.
    Está rodeado de miedo y de silencio elpalacio en que de día descansa o traza para la noche su delito.Morada ruidosa, ufana de antorchas, desde que las sombras agobian elresto de la ciudad, y urna de recuerdos y leyendas desde que elcadáver del enlutado señor muestra en el pecho abiertomanantial de sangre, y figura el absurdo talismán. El pueblo seapodera de esa vida, y dice, con sentimiento pagano, que fuevíctima de la noche y de sus vengativos númenesguardianes.


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