La Cañonesa
de José Antonio Ramos Sucre
LA CAÑONESA
Yo visité la ciudad de la penumbra y de los colores ateridos yel enfado y la melancolía sobrevinieron a entorpecer mi voluntad.
El sol de un mes de lluvia provocaba el hechizo delplenilunio en el espejo del suelo glacial. Yo salí a recrear lavista por calles y plazas y pregunté el nombre de las estatuasvestidas de hiedra. Prelados y caballeros, desde los zócalossoberbios, infundían la nostalgia de los siglos armados de unarepública episcopal.
Una iglesia esculpida y cincelada imitaba la de SanSebaldo en la vetusta Nuremberg. Las imágenes de la puertareproducían el semblante del águila, del león ydel buey.
Los nativos se esmeraban en la fábrica dejuguetes infantiles, de tiorbas angélicas, salterios ylaúdes. Una doncella me separó de la reverencia a losmonumentos arcaicos, me otorgó el privilegio de su amistad yvino a referirme su vida sombría, un ejemplo de sencillez y desacrificio. Ofrendaba su juventud a la memoria de un hermano fallecidoantes de tiempo y lo sustituía, conservándose pura ycélibe, en el consejo de una orden militar.
Yo visité la ciudad de la penumbra y de los colores ateridos yel enfado y la melancolía sobrevinieron a entorpecer mi voluntad.
El sol de un mes de lluvia provocaba el hechizo delplenilunio en el espejo del suelo glacial. Yo salí a recrear lavista por calles y plazas y pregunté el nombre de las estatuasvestidas de hiedra. Prelados y caballeros, desde los zócalossoberbios, infundían la nostalgia de los siglos armados de unarepública episcopal.
Una iglesia esculpida y cincelada imitaba la de SanSebaldo en la vetusta Nuremberg. Las imágenes de la puertareproducían el semblante del águila, del león ydel buey.
Los nativos se esmeraban en la fábrica dejuguetes infantiles, de tiorbas angélicas, salterios ylaúdes. Una doncella me separó de la reverencia a losmonumentos arcaicos, me otorgó el privilegio de su amistad yvino a referirme su vida sombría, un ejemplo de sencillez y desacrificio. Ofrendaba su juventud a la memoria de un hermano fallecidoantes de tiempo y lo sustituía, conservándose pura ycélibe, en el consejo de una orden militar.
