
Nombre: Pedro Bonifacio PalaciosNacimiento: San Justo Argentina 13 de mayo de 1854Muerte: La Plata Argentina 28 de febrero de 1917Nacionalidad: ArgentinaBiografía de Pedro Bonifacio Palacios
Poemas de Pedro Bonifacio Palacios
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Adiós a la maestra
Lo que yo quiero
Obrera sublime,
bendita señora:
la tarde ha llegado
también para vos.
¡La tarde, que dice,
descanso!... La hora
de dar a los niños
el último adiós.
Mas no desespere
la santa maestra:
no todo el mundo
del todo se va;
usted será siempre
la brújula nuestra,
¡la sola querida
segunda mamá!
Pasando los meses,
pasando los años,
seremos adultos,
geniales, tal vez...
¡Mas nunca los hechos
más grandes o extraños
desfloran del todo
la eterna niñez!
En medio a los rostros
que amante conserva
la noble, la pura
memoria filial,
cual una solemne
visión de Minerva,
su imagen, señora,
tendrá su sitial.
Y allí donde quiera
la ley del ambiente
nimbrar nuestras vidas,
clavar nuestra cruz,
la escuela ha de alzarse
fantásticamente,
cual una suntuosa
gran torre de luz.
¡No gima, no llore
la santa maestra:
no todo en el mundo
del todo se va!
¡Usted será siempre
la brújula nuestra,
la sola querida
segunda mamá!
I
Quiero ser las dos niñas de tus ojos,
las metálicas cuerdas de tu voz,
el rubor de tu sien cuando meditas
y el origen tenaz de tu rubor.
Quiero ser esas manos invisibles
que manejan por sí la Creación,
y formar con tus sueños y los míos
otro mundo mejor para los dos.
Eres tu, providencia de mi vida,
mi sosten, mi refugio, mi caudal:
cual si fueras mi madre yo te amo...
¡y todavía más!
II
Tengo celos del sol, porque te besa
con sus labios de luz y de calor,
del jasmín tropical y del jilguero
que decoran y alegran tu balcón.
Mando yo que ni el aire te sonreía:
ni los astros, ni el niño, ni la flor,
ni la Fe, ni el Amor, ni la Esperanza,
ni ninguno en lo eterno más que yo.
Eres tú, Soberana de mis noches,
mi constante, perpetuo cavilar:
ambicioso tu amor como la Gloria...
¡y todavía más!
III
Yo no quiero que alguno te consuele
si me mata la fuerza de tu amor...
¡si me matan los besos insaciables
fervorosos, ardientes que te doy!
Quiero yo que te invadan las tinieblas
cuando ya para mí no salga el sol.
Quiero yo que defiendas mi cadáver
del más leve ritual profanador.
Quiero yo que me nombres y conjures
sobre labios y frente y corazón.
Quiero yo que sucumbas o enloquezcas...
¡loca, sí, muerta, sí, te quiero yo!
Mi querida, mi bien, mi soberana,
mi refugio, mi sueño, mi caudal,
mi laurel, mi ambición, mi santa madre...
¡y todavía más!
